domingo, 10 de mayo de 2009

Sobre el Banco Central Europeo (BCE) y la política

24. El Banco Central Europeo es una de las instituciones centrales de la Unión
Europea. Su papel se centra en el desarrollo y control de la política monetaria y es, por
ello, una clave fundamental para la superación de la crisis financiera actual. El BCE
debe promover la estabilidad financiera y generar así el marco que se requiere para
favorecer el desarrollo económico. Con esa finalidad, hay algunas reformas muy
necesarias.

25. Se debe mejorar la transparencia del BCE mediante la publicación de las actas
del Consejo de Gobierno y de las predicciones de inflación: otros bancos centrales
mantienen políticas de mayor transparencia que el BCE. Tras reunirse para modificar
los tipos de interés, publican el sentido del voto de las personas con poder para tomar la
decisión así como el contenido de sus argumentos. Esta transparencia daría más
credibilidad a las decisiones del BCE, permitiendo disponer al público de toda la
información en la que se sustentan.
Con respecto a las previsiones de inflación, sería necesario conocer el modelo
que se utiliza para realizarlas, así como establecer un rango de probabilidades entre
distintos escenarios.

26. Proponemos un Consejo de Gobierno del BCE menos numeroso y más
independiente. El Consejo de Gobierno del BCE es el órgano que toma las
importantísimas decisiones de política monetaria, de mantener o modificar los tipos de
interés, para el conjunto de la zona del euro. Lo forman los 6 miembros del Comité
Ejecutivo del BCE más los 15 gobernadores de los bancos centrales nacionales de los
países de la zona del euro, es decir, 21 personas. Es un grupo excesivamente numeroso.
Lo será aún más con las sucesivas ampliaciones de la Unión Monetaria, pese al sistema
de rotación previsto para el voto. Cada nuevo gobernador asistirá a las reuniones del
Consejo e incluso con la rotación en el uso del voto habrá 21 votantes. Sería mejor
limitar la decisión a un grupo menor y del máximo nivel de conocimientos.

27. Proponemos reformar el objetivo de inflación que persigue la política
monetaria común del BCE. Un 2 % de inflación, medida a partir del Índice de Precios al
Consumo Armonizado (IPCA), como tope máximo es un objetivo demasiado
restrictivo. El 2 % debería ser el centro de una banda de fluctuación, permitiendo sin
intervenir fluctuaciones de un punto porcentual en torno al valor central. Además del
IPCA, el Banco Central Europeo debería considerar otros elementos, en especial el
precio de los activos financieros e inmobiliarios para poder actuar con prontitud cuando
se generen burbujas especulativas como la que ha dado lugar a la crisis actual. Debería
hacerse explícito también que la política monetaria tendrá en cuenta la producción y el
empleo, no sólo la inflación, entre los objetivos que guían su toma de decisiones.

28. Proponemos dar al BCE el papel de supervisor bancario. Actualmente la
supervisión bancaria en los países de la zona del euro reside en los bancos centrales
nacionales. La reciente experiencia de la crisis financiera ha puesto de manifiesto que la
multiplicidad de los regímenes de supervisión ha sido aprovechada por algunas
entidades crediticias para escapar del rigor y la prudencia que se requieren en los
mercados financieros. Por ello, y teniendo en cuenta el carácter internacional de las
operaciones financieras, el BCE debería coordinar la supervisión que ejercen los bancos
centrales nacionales, armonizando sus normas y acordando las mejores prácticas en este
terreno.

29. Proponemos reformar el Pacto de Estabilidad, dando más flexibilidad a los
países con poca deuda pública. En su diseño actual, el Pacto sólo tiene en cuenta el
déficit público. Esto es un error, pues se trata de la misma manera a países con
gobiernos muy endeudados y a otros que lo están poco. Los segundos deberían tener un
mayor margen permitido para incurrir en déficit público.

30. Proponemos la reforma del Pacto de Estabilidad mediante la introducción de
penalizaciones no económicas. Tal como está diseñado, el Pacto adolece del defecto de
que penaliza económicamente a gobiernos que ya atraviesan por dificultades
presupuestarias, lo que contribuirá a agravar sus problemas. Una alternativa consistiría
en introducir penalizaciones no económicas para los gobiernos infractores, como una
disminución temporal del poder de voto en el Consejo de la Unión Europea.

31. Proponemos mejorar la coordinación de las políticas fiscales entre sí y con la
política monetaria, creando una gobernanza económica europea. Las políticas fiscales
de los Estados miembros de la Unión Europea son diferentes entre sí. Ello puede dar
lugar a contradicciones con la política monetaria común y, en una situación de crisis, a
reacciones proteccionistas incompatibles con los objetivos de creación de un espacio
económico común. Por ello es necesario progresar en la coordinación de las políticas
fiscales, singularmente en el terreno de la armonización de algunos instrumentos
impositivos, como el impuesto de sociedades, y también de las intervenciones públicas
horizontales o sectoriales.

También las instituciones europeas que pueden definir un marco común de
actuación en el terreno económico deben reforzarse hasta lograr un sistema de
gobernanza del que participen todos los estados miembros.

jueves, 7 de mayo de 2009

UE responsable con el gasto.

Desarrollo de una UE responsable con el gasto y el uso de recursos económicos. Sobre el presupuesto de la Unión Europea.

17. Proponemos la reducción de las Perspectivas Financieras, que sirven de marco
a la elaboración de los Presupuestos Anuales, a un período de 5 años en lugar de los 7
años actualmente vigentes. Son plazos demasiado largos que además se solapan con los
mandatos de varios Parlamentos.

18. La negociación de las Perspectivas Financieras debe ser independiente de la
determinación del saldo neto de la contribución de cada país al Presupuesto
Comunitario. Las Perspectivas Financieras suelen negociarse, por parte de cada uno de
los miembros de la Unión Europea, teniendo en cuenta cuál es la incidencia de cada una
de las políticas comunitarias en su particular saldo financiero con la Unión. Ello impide
el diseño óptimo de esas políticas, pues se piensa más en su impacto financiero para
cada país individual que en su capacidad para promover el desarrollo económico
europeo. Por eso proponemos separar ambos aspectos. El saldo financiero neto de cada
Estado miembro se debería determinar previamente con arreglo a la aplicación de una
norma sencilla. Una forma de resolverlo es que dicho saldo dependa de la desviación de
la renta per cápita de cada país con respecto al promedio comunitario, de forma que sea
positivo para los Estados de menor renta y negativo para los de mayor renta.
Establecido el saldo de cada Estado miembro, los gobiernos pueden negociar el
marco financiero tratando de definir las políticas que, gestionadas desde la Unión,
conducen a mejorar la eficiencia y que, por tanto, aportan un valor añadido a las
actuaciones nacionales: I+D, redes de transporte, formación, seguridad, defensa y
representación exterior.

La distribución del gasto entre los Estados miembros, como consecuencia de las
políticas acordadas, producirá saldos netos diferentes a los previamente determinados. Y
aquellos países que obtengan un saldo mayor del inicialmente fijado, deberían
compensar posteriormente a los que registren una situación inversa, de modo que todos
ellos acaben contabilizando el saldo que les corresponde.

19. Se debe dar más importancia a las partidas del gasto común relacionadas con
la Estrategia de Lisboa: I+D, mejora del capital humano, libre movilidad del
conocimiento: en la actualidad, unas tres cuartas partes del gasto en el presupuesto de la
Unión se centra en el apoyo a la agricultura (PAC) y a las zonas desfavorecidas de la
Unión (Fondos Estructurales y de Cohesión). Se deberá dar más peso a las partidas del
gasto relacionadas con la promoción del crecimiento a largo plazo, en coherencia con la
Estrategia de Lisboa. El gasto en investigación y en formación debería incrementarse
para complementar y coordinar los esfuerzos nacionales. Mejorar el funcionamiento del
sistema de patentes a nivel europeo ayudaría también notablemente a asegurar la libre
circulación del conocimiento.

Además, vemos necesaria la intensificación y aumento del gasto en programas
europeos de intercambio de alumnos y profesorado entre los diversos países miembros;
programas que, como las actuales becas Erasmus o Leonardo, no sólo suponen una
aportación formativa de primera categoría para los ciudadanos que las disfrutan, sino
que contribuyen como pocas iniciativas a fomentar un sano europeísmo. UPyD propone
extender también este tipo de intercambios a los niveles educativos previos a la
universidad, aspirando a que la educación obligatoria de todo ciudadano de la UE
incluya un conocimiento efectivo de las realidades europeas que existen más allá de su
país de origen.

20. Proponemos incrementar los recursos propios mediante un nuevo gravamen
sobre las emisiones de CO2. El presupuesto común es muy pequeño, de sólo el 1 % del
PIB de la Unión Europea. Esto limita la capacidad de promover iniciativas comunes. En
el pasado, ha provocado que el coste de las ampliaciones de la Unión hacia países
relativamente pobres haya recaído sobre los antiguos socios con menor renta per capita,
al haber más candidatos a recibir ayudas y no muchos más recursos. Por todo ello, sería
conveniente aumentar los recursos propios de la Unión. Una forma de hacerlo sería
añadiendo un nuevo recurso propio, el quinto, en forma de gravamen medioambiental
sobre las emisiones de C02. Ayudaría además a la consecución de objetivos ecológicos
y de lucha contra el cambio climático.

21. Eliminar el cheque británico e imitaciones posteriores: el cheque británico y
los otros mecanismos ad hoc que se han ido creando para compensar a los países que
realizan más aportaciones netas han de suprimirse. Son arbitrarios y van complicando
progresivamente el funcionamiento del presupuesto con más excepciones adicionales.

22. Propondremos que el actual sistema de dualidad de sedes de la Eurocámara
(duplicando todo tipo de gastos operativos y logísticos al tener los europarlamentarios
que trasladarse de la sede en Bruselas a la sede en Estrasburgo, y viceversa, cada mes)
termine a finales de la legislatura 2009-2014, permitiendo un ahorro considerable a las
arcas de la UE, que se nutren de los impuestos de los contribuyentes. El desmesurado
coste económico y medioambiental del traslado cada mes de Bruselas a Estrasburgo,
unido al impacto negativo en el trabajo del Parlamento Europeo y las crecientes y
legítimas críticas populares justifican, en opinión de UPyD, terminar con la dualidad de
sedes y los traslados mensuales a Estrasburgo.

23. Exigiremos más rigor en el control que ejerce el Parlamento Europeo sobre las
partidas de gasto relacionadas con la acción de gobierno de la Comisión como órgano
colegiado, y en especial de las partidas asignadas a operaciones desarrolladas bajo la
Política Europea de Seguridad y Defensa.

Descárgate el programa electoral íntegro (23pag.)

denuncia internacional

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Pegamento conta los anos de los homosexuales en Irak

¿Para cuando los colectivos LGTB y los Gobiernos dejarán de girar la mirada?
¿Para cuando manifestaciones mundiales para eliminar las torturas a homosexuales?
¿Para cuando una verdadera lucha global a favor de los Derechos Humanos?